Volamos en universos
de luces encendidas
de cornucopias y aledaños prendidos,
de ilusiones tan vanas
que apenas surgen, se diluyen,
en un mar de evanescentes
y de tristes costumbres
que mecen la vivencia
incluso, a veces, la destruyen.
Sin salir de la viñeta
que adjudicaron para no volar más alto
ni dejarse prender por la costumbre.
Así, con alas amarradas,
volamos por donde quieren
aunque, nosotros, nos creamos libres
en posesión de rutas y arrecifes.
Es falso, falaz e incierto,
la supuesta apariencia de camino
y la vana superchería de costumbre.
Por eso, si volamos alto,
corremos el riesgo de perdernos,
si, al contrario, nos dejamos avasallar por la rutina
lo mismo nos enfangamos
en la mugre.
Por eso, por volar y asumir retos,
hagamos, un poco,
lo que haríamos en el supuesto
de que fuéramos libres y honestos.
Santander-15-8-2016. 20,49