La vida fue áspera, lo aseguro,
se me torció variando el gesto,
si yo pretendía resurgir
algo sutil se volteaba
dejándome a la intemperie
bien callada.
Exprimí tiempos, argucias
que para sobrevivir utilicé
por mera aquiescencia de la vida;
al fin, creyendo que lo peor
ya había pasado,
en el último tramo que quedaba,
una tormenta de penuria
me dejó maltrecha y calcinada
con la tristura,
convertida en compañera.
Así, con todo y lo que callo
cuando me brotan las palabras
y las vuelco dentro del tintero
con que dibujo mi camino,
me siento rica, en paz, acompañada
y no puedo menos
que dejar asomar una sonrisa.
Pasar la tarde, en manos de visiones
plasmar en folio, lo sentido,
dejar que vuelen sensaciones…
No conozco, ni ansío
otro destino
y siento que un privilegio sobrevuela
sobre mi corazón y mi sentido.
Santander-18-9-2016. 19,53