Siempre soñé con un hombre tranquilo y mesurado,
con manos rudas de atinadas caricias
pies ligeros, prestos a caminar pausado,
hombros anchos, de esos que protegen
y unos ojos que al mirarme,
encontraran mi origen sin forzarme.
Soñé, de niña, un Gary Cooper, siempre rezagado,
que me mirara con amor y ansia,
con ternura acariciara mi espalda,
y con el aire mesurado de su palabra
calmara el fuego de un corazón helado.
Soñaba que una casa firme construiríamos,
ambos, al lado, confiando en la contumaz fuerza
del amor visible, con la amistad aliada,
que sellara en el silencio, un hogar confortable,
dulce, callado, donde la paz se hallara
y envueltos, ambos, en ella, camináramos juntos
a través del tiempo aun con luz y sombras.
Soñé; como no pudo ser de otra manera,
señalé frustraciones y deshonras
de todos los que cubrieron, espectrales,
el desamor y la astucia contumaz,
hallada en cada esquina de mis pasos
y de esa forma, los sueños se quedaron
en sólidos y vagabundos naufragios.
Santander-3-8-15, 19,57. 562 días sin ti pero contigo.
Me inspiro tu frase. De niña soñaba con uno…Gary Cooper, por ejemplo. No llego, pero me entretuve.