Que la vida se escurre como río
bajando cuestas empinadas
quedándose enredada entre garrochas
y trocando en fértil el campo que es regado.
Que la vida no se repite ni se aguarda
como el agua que corre por veredas
en pos de una mar que atenta, espera.
El tiempo se escurre y no se para,
-hoy tomé cuenta de estas cosas-
y al punto, se me agrió la frente
y la memoria se me hizo cuento
contemplando lo vivido y esperado
por ver si no sembré
cumplida y bien la sementera.
¡Tanto que queda por hacer!
me dije, en silencio con la vista
puesta en el escaso tiempo de premura.
¡Tanto, por hablar, escuchar, ver o escribir!
Tanto beso baldío y disfrutado
que soñé dar mientras callada
corriendo en pos de cosas bien insulsas
que sin necesidad acumulé como precisas.
Que el tiempo se me volteó
y apenas sin dar cuenta
troté por el sendero de la vida
fija en el porvenir
casi sin divisar el buen paisaje
que dibujaba pincel umbrío en la ventana.
¡Tanto que pude, tanto que apercibí,
tanto por amar y que no amé!
Tanto por hacer y que no hay tiempo
de cercenar el paso de los días
hasta parar de golpe el tibio aliento
en el correr preciso e involuntario
de este viejo reloj que no se para
y que apenas divisado, sorprendiera
con el devenir y sin espera
apresurando su carrera, buscando
el fin de esta vivencia interminable.
¡Tanto que hacer, tanto que amar!
y tanto que escribir mientras la vida
baja la cuesta con la premura
y el poco tiento, tal que supiera
que el fin se acerca y a mí me resta
mucha tarea, atenazada
con miedo de no haber cerrado bien la casa,
cumplida la encomienda y el avío
que se me hace, ahora que lo pienso
bien corta esta vida
que tal viviera sin paciencia
María Toca Cañedo©
Santander-14-09-2024. 18,04