que ni acaloran ni agitan las ventanas
con el aire tibio de sus llamas
porque el fuego es ficticio,
fatuo, inconsistente y acabado.
En el hogar dormido donde reposo
hay verdad, contada en los estantes
y muchas miradas, amigas, que contemplan
a quien les cuidad, pone velas
y conversa con ellos, tal que nada.
Porque la muerte no existe,
les digo, sonriente, y me responden
que ni la sombra, entelequia inconsistente
que camina, mano a mano en la orilla
visible, en que los vivos habitamos.
Desolada anda la calle,
nublado el sol que nos alumbra,
a despecho de citas y urdimbres
que acechan, escondidas, tras las brañas
del sendero caminado, que nos trae
de vuelta a casa…
Aquí, hacemos nido;
yo, de este lado, ellos al otro
y así, conjuntamos la costumbre
de caminar juntos, tomados de la mano
hasta que un día cualquiera
nos toque pasar al otro lado.
María Toca Cañedo©
Santander-27-11-2024. 12,14