Bien sé que debí tomar otro camino
retroceder, ver si cabía en la tronera;
esconderme, hacerme frágil, pequeña
hasta enhebrar en la costumbre
la vida y con ella los momentos
en que no debí marchar afuera.
Intuyo los errores de correr
en pos de libertades mal halladas
o de dibujar contornos que eran sueños
con los pinceles de humo que tenía.
Vana imprudencia, que me guía
el suculento ansia de la vida.
Ahora, reconozco sin ambages,
que debí morderme las palabras
aquellas, vanas, que decía;
ser prudente, avisar bien
y caminar por las veredas conocidas
aquellas que me marcaba bien la gente.
En vez de eso, solté amarras,
lanzándome, rauda a navegar
sin vela, sin brújula ni cautela
que me condujera, bien segura,
a un puerto resguardado de la urdimbre.
Ahora analizo las tormentas
que atravesé, cual divergente,
pensando que solo eran viento…
hasta que fui llevada por corrientes
hasta ignotos lugares donde no había
ni luz, ni fe, ni amparo resiliente.
Temeridad, alegre osadía
que fueron guía, errores varios
del tiempo que, perdido,
fue, motivo y causa -pienso ahora-
de como caminé por la pendiente
hasta descalabrarme toda entera.
María Toca Cañedo©.
Santander– 14-09-2024. 20,17