No lo toques, ni mires,
casi ni lo airees, déjalo,
cuanto menos lo muevas, mejor.
No lo toques, no juegues,
que se puede perder.
No lo contemples mucho,
no sea, que en ese tiempo
se te encienda la mecha
y quieras mejorarlo.
Y no. No es mejorable,
así, como lo ves, está bien,
sin tocarlo, sintiendo, respirando,
tal cual, sin afeites ni vainas.
No lo toques, ni cuantifiques
su valor. No lo tiene.
No es tuyo, tan solo lo disfrutas,
no te pertenece, pásalo,
al que viene. Respeto,
guárdalo buen respeto;
no lo insultes, ni lo mancilles nunca.
Tan solo debes disfrutarlo,
amarlo. Cuidalo.
No tocarlo, porque es inmejorable.
No es tuyo, ni de él, ni de nadie.
Está, se hizo solo, se queda
cuando te vayas, tus hijos
y los míos, lo disfrutan, entonces,
a menos que lo toques,
lo mancilles, lo asombres.
Si tal haces puede ser esquilmado,
desaparece, muere.
Por eso, no lo toques,
disfruta, respira, contempla,
déjate mecer por el viento y la sombra,
por el mar bravo, o en calma.
Llena de buen oxigeno el alma.
Contempla y no lo toques.
Santander-16-5-2016. 17,58.