dejar el desafío afuera,
resguardarse detrás de la trinchera
y esperar que escampara la lluvia
que siempre antecede a la pereza.
No sé si mejor hubiera sido
abandonar el rancho,
torcer la esquina aquella
prender el fuego y holgar
entre tibias mantas a cubierto.
No sé si erré los pasos
al jugar al despiste,
mientras tornaba desnuda
a la vertiente, de donde no se vuelve
mas que con heridas sin curar.
Es posible que empedrara
de errores y confusos instantes
los pasos que fui dando
empecinada en andar sola
sin nadie que prendiera mi costumbre.
O que llevara la piel al aire
el pensamiento abierto
y ceñida en mi cintura y bien sujeta
portara las traiciones, equipada
tan solo de razones bien distantes
y pocas posibilidades de ver
la otra cara de una luna
que yacía encerrada en la trastienda.
Ahora, precisamente ahora,
que hago recuento y saco redito
del tiempo discurrido, quedando poco
en adelante, es ahora,
cuando reviso y salgo del rincón
donde me escondo cuando nieva…
dándome cuenta
que equivoqué mucho la marcha.
María Toca Cañedo©
Santander-30-11-2024. 12,10