Ser maleza que nace donde quiere,
crece bravía sin freno ni penuria
y se enreda entre las piernas del que anda
además de invadir las trochas con donaire
y hacerse fuerte por siempre en la pradera.
Malas hierbas, las dicen, con desprecio
pero nadie las vence ni domina
y suben, fuertes, hasta tocar las nubes
sin dar ni recibir más que desprecio.
No sirven, achacan eficientes,
más que para dar molestia al caminante;
ni son forraje, ni adornan o engalanan
los caminos, que ellas crecen sin freno ni respeto.
Toxos, mala herba, cizaña, la nombran otras gentes
a las que enmarañan la tierra con sus brazos
y siembran la libertad y la pereza
mientras, descaradas, se apropian del terreno
al que luego llega el hortelano
y esquilma sin pausa ni piedad a la maleza.
Mala hierba
le dicen, cuando brota,
mirando con desprecio su destreza…
mas luego, para amigarse con la tierra,
le brotan llamaradas de flores amarillas
mientras el invierno agita su apetencia
gritando su belleza, cuando el resto,
anda con tristuras, durmiendo tibia siesta.
Mala hierba, inútil, invasora
que a nadie contenta ni se arredra
cuando el viento, la lluvia o malquerencias
asoman la cabeza por la tierra.
María Toca Cañedo©
Santander-08-09-2024. 19,15.