Escondida, reconcentrada,
en el hueco que deja la memoria
vacía, de las cosas vividas,
que se diluyen y se pierden
a sí mismas. Llego al hogar
ese que abandono de mañana
dejando el poso del desastre al caminar
y el desasosiego en cada esquina.
Sin mirar ni llevar la vista atrás,
más que un momento,
lo justo que me queda por llegar
a la morada que respira en mi ausencia,
me arropa cuando aprieta en mi carne
el dibujo de una soledad
que no resarce de la espera.
Llego, coloco la mesa y los recuerdos,
hago la cena, escucho el rumor de los espejos,
camino sola, sobria, esperanzada o yerta,
da igual. Camino por mi casa,
descalza
sintiendo el desaguisado de pisar
un suelo frío, que se desgañita
a cada paso. Me grita, me dice
que, de momento, esas pisadas
son lo único que me deja el tiempo
por mirar.
Santander-30-9-2016. 21,56.
Sois tan bonitos que dais el punto perfecto al poema. Gracias Aurora Reinosa y Ramon Toca