Dejando pasar el tiempo
contemplando su aspereza
se pasan los días lentos
mientras se asienta la pena.
Entre visillos se esconde,
la pintan mil madreselvas
y por la calle responde
que no tiene miedo a verla.
Ya la llevan en volandas
la voltean como pueden,
de lejos, la gritan fuerte,
¡ahí va la Malquerida!,
a la que todos burlaron,
a la que nadie apreciaba,
por ser distinta, le dicen,
por ser chiquita, la callan,
mas ella, se queda quieta,
con la mirada estrellada,
contemplando como el viento
se lleva lejos su sino
convirtiendo el agua en vino
y sumiendo en el espanto
de ver el cielo templado
hoyado de sentimiento.
No te vayas, Malquerida,
que llega pronto tu amparo,
como manto del infierno
y amparará tu quebranto.
Ella no siente puñales
que clavan lento en su pecho,
porque lo lleva blindado,
cerrado de puro prieto.
Santander-17-4-14, 21,29, 88 días sin t