La ilusión se mide en sonrisas
y en miradas de ternura,
de entusiasmo de fiera;
se mide en alegría que espanta el miedo
y la negrura encharcada, en unos ojos,
que se diluyen, como agua en arena,
apenas entregada la pena
de una lejanía, de una lágrima huera.
La ilusión, los sueños que florecen
cuando llega la calma a la morada ciega
donde descansa el alma torturada
por un momento aliviada y etérea,
del tormento, acidulado de la pena.
Hay días que la paz solaza la tormenta,
se ciñe el sol naciente y sale de su casa,
ilumina la escena, grava con voz de dama
el sonido certero que hiere la mirada.
Días solaces, tiernos, como el aire
que amainan el temporal tardío
aquejando el corazón herido,
lo aquieta, lo sutura, lo enjabona
y lo mece en unos brazos amantes
señoreando el borde del abismo.
Y la belleza aplaca, la dura realidad,
de un tiempo aplomado y espeso
que mezcla el miedo
con la brava incertidumbre de las cosas
hasta dejar ciega
la mirada, y el tiempo que tarda
la tormenta en descargar su lastre
y quedarse suave y amainada.
Santander 19-8-14, 18,40 .212 días sin ti. Hoy 7 meses cumple tu cuerpo ido y tu corazón en el mío atrapado.