Cuando la noche calla
y se acicalan en el cielo las estrellas
contorneándose la luna entre ellas,
asomo mi cuerpo a la ventana
para contarte y que escuches mis palabras.
Mientras el silencio decora el cielo
y galopan por el frente las galernas,
un arrullo feliz nos acalora,
es el murmullo de mi voz
y tú, asintiendo, a toda hora.
En el momento, en que se alzan
las visibles lucernas en lo alto,
y se oculta, silente, la pajarada en el armario
que ofrecen como asilo
las ramas de arboles, guaridas del espanto
de verse solos, entre oscuridad inacabada;
justo en ese instante, te hablo,
y me escuchas, tan callado.
Te digo, por ejemplo, que fue harto privilegio
tenerte, conmigo, tanto tiempo.
Disfrutar de la sonrisa, la mirada,
y el contacto cercano,
de tu amor que dabas, generoso,
mientras, caminábamos juntos, de la mano.
Verte crecer, hacerte humano
cada día de los que aquí pasaste,
dejándome prendida de tu esencia
y en el recuerdo, el bien lejano,
que fue sentirte nueve meses en mi seno.
Por eso, cada noche, juntos, recordamos
los aconteceres de aquel tiempo
y luego, en el lecho, descanso
sabiendo que tú ,siempre, velas mi sueño.
Santander- 28-10-15. 17,52. 646 días sin ti, pero contigo.