Quiero rodearme de una sutil esperanza
de un rubor encendido, débil estancia,
donde reunir a amigos, camaradas,
afines, hermanados y bajo la sombra
de una cortina huera, sentirme acompañada.
Encontrar el abrazo difundido
con la aquiescencia de lo bueno,
que se tiene por bien y concebido,
como parte integrante de la vida.
Compañeros de camino, amigos,
caminantes furtivos que se alzan
como una sola voz, en el camino,
cercanos, bravos, conocidos,
y siempre tienen presta una mano
para aliviar la carga y ser livianos
en sus enseres y luchas de cada uno,
en la penumbra y la madrugada
que cada uno, invicto, sube a su mañana.
Santander 23-6-15, 18,05 519 días sin ti pero contigo.