Trastocar el llanto silencioso
en risa, o en disloque de las viejas tristuras
cansada de remar, por eso busco el puerto
donde mi barco atraque
y descanse del mar, por donde navegué.
Ignoro si fueron muchas
las tormentas surcadas. Ignoro,
por ignorar, si los vientos solanos
empujaron la nave en la senda adecuada,
o si por el contrario, arriaron aquellas velas
que el despliegue cruzó.
Al amparo de marejadas varias,
con la fuerza diezmada y el sudor
que cuajaron el mapa de la sal en mi cara.
Con el dolor inscrito
en el alma azorada. Así, llego
al dique, sumida en decepción.
Hoy, miro adelante, me busco
entre las hojas de algún volumen viejo
donde encuentre respuestas a la razón aquella
que nunca pregunté. Hoy me siento tan cerca
del fin, de la memoria, de las torvas nostalgias
y de cansancio, huera. Hoy, huelo el fin.
Santander-28-5-2016. 19,16