anunciando los grises y gredales
de un otoño que llega
con la paz, con la calma, con el sonido fiero
de los pájaros que huyen
hacia otras latitudes.
Ahora, que los días se acortan
vistiéndose las nubes
con túnicas de lana…
Ahora, que las luces del alba
se retrasan un poco
y los días se acortan
y las noches se alargan.
Ahora, justo es ahora
cuando todo se acalda
y la bruma amanece
ensanchándome el aire
y la piel se me vence
como hollejos cansados
que desprenden, perennes,
las viejuras de antaño.
¡Que me torna el otoño!
¡que me llega la calma!
¡que se asilan los soles
del estío acabado!
Y con todo y con ello
me recojo en la casa
me preparo el rodil
cargándome el carpancho
de los nuevos estancos
que llegaron, asidos de la mano
del tórrido verano
en que se fueron idos
los espantos de antaño.
Hay tiempos donde la vida tuerce,
otros que se endereza
y los más, se nos tornan,
cambiantes a fuer de barretal
disfrazado de ensueño.
El augurado otoño,
se nos llega, repleto de mil soles,
variables y ventoso con días
en que la vida se nos voltea suave
besándonos la boca
la amanecida inquieta
mientras las hojas caen
asfaltando las calles
de caireles alegres.
María Toca Cañedo©
Santander-31-08-2024. 20,01