Esas calles que suenan a vida
y retornan con calma al recuerdo,
se mecen entre los visillos
de mi casa, sin tregua ni oficio.
Hoy, vuelvo a ellas con mi sueño
ese que se puebla de la senda vivida.
Las calles, los rincones, los sitios
donde amé y fui amada,
residen como siempre dentro, en mi garganta;
se hacen grito, a veces, o lamento,
las más, nostalgia renovada.
Hoy los pasos se cruzan desvelados
hacia sendas lejanas, irrumpidas
por el miedo, o el sentido
de saberme de nuevo, quizá renacida.
Me cabe en el corazón amplio destino
de haber acabado mi historia,
o al revés, con el camino
que anduve, se me hizo el alma
paisaje difuso.
Por eso transito esas calles,
por caminos que el recuerdo bordea
y sin querer, apenas sin sentir,
mis pasos me llevan al inicio y pronto,
a diluirme y ser menos que polvo.
Santander-12-10-15, 11,44.