Remontaremos vuelo,
aunque pesen las alas
como plomo fundido
impregnando sus guías.
Remontemos el vuelo
con el alma encendida
en cuarenta mil fauces
de hambre conocido.
Remontemos el vuelo
aunque nos pese el cuerpo
y nos funda el miedo.
¡Remontemos, remontemos!
como si nada hubiera
entre la mar y el cielo.
Y volemos despacio
contemplando el desierto,
los mares, bosques, el cieno
que dejamos abajo
mientras buscamos,
con ahínco, el cielo.
Y volaremos alto,
aunque el cielo se quiebre
en mil nubes de humo,
y sarmientos de hielo.
Volaremos, muy alto,
llegaremos muy lejos
hasta cumbres macizas,
hasta el cielo infinito.
Allí, labraremos el suelo,
sembraremos los lirios
y luego, cuando estemos cansados,
nos dormirá el espliego.
Santander- 11-2-2016. 19,37.