Silencio, poblado de nubes alocadas
de sinsabores, el silencio, anegado
de casas sin cortinas, de espacios vacíos
habitaciones huecas, que jamás
fueron, por persona alguna, visitadas.
Silencio, que anida tras los sueños
de un tiempo de cerezas
escrutado por ojos montaraces
detrás de los visillos, escudados
para no llevar cuenta, del tiempo
ni espacio, transitado.
Tardes pobladas de un manto de pereza
que obnubila la mente
y hasta en el entendimiento se redime
el silencio, poblado de fantasmas
que apenas se muestran, solo verse
envueltos en una sábana blanca
de sutil esperanza. Silencio quebrado
en unas sementeras de rocío
nubladas, y luego montaraces
cabalgan al silencio, por los turbios
y postizos barrizales.
Silencio, que hoy decoras mi casa
y ayer, apenas la cubrías con desgana
mientras, las risas, a deshoras
quebraba, con el manto de un impío
reproche, al silencio, que hoy se recompone
y raudo me invade, apenas sin reproche.
Santander -3-7-2016. 19,49.