A golpes de rebuznos y regüeldos
se construyeron patrias
se vaciaron ríos
y se llenaron los pozos
con hediondas arterias y excrementos.
Así, con pléyades de sangres
y dejándose la piel algunos muertos
se tendieron los puentes,
se amalgamaron las banderas
que cubren los osarios
y son usados de cimientos
a esa patria creada,
a base del espanto y de la rabia
de aquellos que enviaron
a la guerra, contra otros
que eran iguales.
O mejores,
contra el viento y en marejada
de espejuelos,
se cruzaron los páramos salvajes
que hoy se riegan con la sangre
de algunos, mientras otros,
hollan sus cimientos.
Patrias, pedestal de masacres.
Patrias, cementerio de libertades,
patrias pequeñas, grandes, patrias,
de esas que acaban con la suerte
y hacinan gente noble
en la fría extensión que se convierte,
a poco de ser patria,
en moritorio de mortales.
María Toca
Santander-5-1-2018, 21,15