Esa calma feliz, esa rutina
que el día bien acabado me regala
no es cansancio, es alegría falaz,
es dicha de amar y ser querida.
Cada paso que doy, en estos días,
resuenan en el cielo complaciente
que sabe que yo amo, y que ellos sienten,
ese amor, con provecho y son silentes
compañeros de la dicha
de saber que por ti nacieron,
que viven y sienten,
porque tú los amaste con delirio.
Por eso, cada abrazo,
cada beso de su piel sobre la mía,
es esbozo y brava compañía
que tú me regalas desde el cielo.
Santander- 6-9-15, 19,40. 593 días sin ti pero contigo.