Añoro la nostalgia encadenada
que palia lo vivido entre sueños
e inflama de recuerdos el presente
para luego, diluirlos entre nubes
que derraman las lágrimas
como forma de lluvia escarmentada.
Se me quedan prendidos en los dedos
los momentos vividos a destiempo,
o soñados, apenas un momento,
mientras las garras del dolor se me aferraban
a la carne dolorida, ensangrentada.
Hoy, cuando la herida se ha cerrado
apenas quedan restos del desgarro
se me antoja la añoranza del pecado
de sentir que mi piel se ha resecado.
Presta, se desprende, dejando paso
a un nuevo color, acidulado
que me hace indemne al ocaso
de una vida, vivida a contrapelo,
en soledad, condimentada con el miedo.
Santander-11-11-2016. 19.08