Mañana, quizá, habrá tiempo
de hablar, de contarnos las cosas,
hoy, déjame quieta dormir en tus brazos,
que mañana despierte y me sienta segura,
y si hoy me lo hablas, lo mismo
perdemos encanto
y se pueblan los sueños de falso recato.
Déjame, que sueñe,
que todo está bien, ordenado,
las calles tranquilas, el agua en su cauce
el café humeante y el campo dorado
como si las mieses se hubieran labrado
con manos afines y dieran su fruto
los árboles, que firmes
se mecen al compás de un viento afanado.
Déjame creer que todo va bien
no me cuentes nada, ahora no puedo,
escuchar los gritos, oír el silencio
que, en la madrugada, levará mis anclas
hacia amplio destino, lejos de tus brazos.
Por eso, ¡silencio! No me cuentes nada.
Santander-25-3-2016. 1,12.