No llegan, las palabras, no llegan
hasta las miradas, a veces,
también se quedan cortas
aunque las manos volteen con la furia
de querer contar, lo que el silencio apremia.
No llega, no se puede contar
lo que pesa en un alma
atenazada por el miedo,
el desamparo, la soledad umbría,
el camino labrado de piedras,
de cantos rodados y poesía.
No llega, el verso, aunque respire
el oxígeno acadabrado de la idea
y se piense, se de vueltas la cabeza,
que no llega, para expresar una sonrisa,
de esas que cuartean unos labios
porque le sequedad les hizo daño
y a fuerza de callar, quedó en silencio
las querencias, los dolores y los llantos.
Santander-13-12-15. 14,01.
A veces, Javier, me gusta jugar con las palabras. No se si la acepción es exacta, pero quiero decir: asustado, despistado… Cosas de heterodoxa. Incluso me permitó el atrevimiento de inventar o tomar alguna de uso latino… Me disculpen, como la RAE no sabe que existo, puedo, ventajas de ser doña nadie.
Si, salto a mi, como resumen perfecto de lo que ocurría entonces (y ahora) Escribo para vivir…vivo para escribir…