Esas noches plagadas de tristura
en donde me faltaba tu presencia,
oculto tras las nubes de la ausencia,
se encontraba tu vida y la mía
envuelta en desencuentros
y en sueños rotos y bravíos.
Esos días agrisados por la niebla
de no tenerte, de vaciar la copa,
donde bebía la nada, a cada trago
y destilaba amargura de mi boca.
La soledad, fiel compañera
de noches, días, enlodada
de palabras, de versos, y escuchaba
de mi boca una lenta letanía
de una ausencia anunciada
y no por eso, menos fría.
Los días, las horas, las ausencias
de todo aquello que amaba en la distancia,
se congregaron, al pronto, para darme
la luz y consistencia de la nada.
Hoy camino huera, con los ojos abiertos
buscando un alma que acompañe
la pausa, y el camino que me quede
en paz, aunque en soledad, ataviada.
Santander- 14-8-15, 22,38. 571 días sin ti, pero contigo.