La Ambición

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Contempló la extensión que se abría debajo del ventanal. En la penumbra quejosa de la tarde, paseó los ojos por la lucernaria que parpadeaba con guiños aparentes, debajo de ella. Se podría decir que tenía la ciudad a sus pies, tal como la soñó durante años, después de recorrer un amplio camino empedrado de cantos hirientes y quebrados; al fin, la tenía debajo. La contempló ahora, recordando las veces, que soñó esta escena, o una similar, desde que la memoria se vestía de recuerdos. Fueron muchos, los sueños que le acompañaron las noches dentro de la oscuridad de la habitación que olía a guano y col, mezclada con el aceite viejo de la fritura nocturna de la cena. Mientras, los gritos ahogados por paredes de papel intervenían en los sueños, para confirmarla que debía salir de allí cuanto antes. Huir, labrar un camino fuera del barrio, donde las aceras eran pasadizos de lodo, en invierno, o de polvo enharinado, mientras duraba el verano. Quedándose los pasos, encharcados,  los días de lluvia, tanto, que jamás llegó a la ciudad con los zapatos limpios, siempre los bordeaba una costra endurecida de barro quebradizo, como señal de dónde provenía.

Entonces, contemplaba  las caras de los vecinos heridas por la penuria, la desesperanza o la resignación, con atisbos de rabia, por su parte. Rabia de pertenecerles , de ser como ellos, de que también a ella le amparaba la desesperanza, aunque los sueños volvían una y otra vez, hasta enseñorearse. Sus ojos se acristalaban con el frío, o se enjuagaban de lágrimas por el bochorno, en el verano, que calcinaba el barrio, sin la caridad de ningún árbol, o sombra, que amparara la torridez desalentada de  unas calles olvidadas de los que vivían en la  ciudad, cercana a la vista, debido al deslumbre de unos parpados de luz que brillaban a los lejos, pero distante en todo lo demás.

 

Por eso Mariela, quería salir de ese barrio. Lo sentía como cárcel de difusos barrotes que apresaban un espíritu bruñido en ambiciones claramente definidas. Hoy, en cambio, la postura  era diferente. La ciudad se plegaba a sus plantas. Las estrellitas brillantes de vida callejera, se tendían bajo sus pies, mientras contemplaba el poder que da estar por encima, del frío, del calor, del polvo, del sudor, de la suciedad, de los gritos, del olor a mierda estancada. Al fin, del miedo. La ciudad se desplegaba debajo de su ventanal, mientras ella la abrazaba con mirada, no exenta aún, de rencor. Porque no pasó tanto tiempo para que se le olvidara. Estaba en la cima de esa ciudad que amaba con la misma fuerza que la odiaba, a veces. Fue madre y madrastra,  amparo y cuartel, a partes iguales. Por eso, contemplaba con  placer, no exento de coraje la extensión aplacada de luces y sombras, de una ciudad que desplegaba  la grandilocuencia noctámbula debajo de su ventanal.

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Sonrió para sí. Solo ella guardaba en  ocultas cajitas, en la alacena del recuerdo, el precio pagado. El costo preciso de calzar zapatos de tafilete fino, medias de cristal, un traje de marca. Conocía el precio exacto de forrar las paredes con la seguridad que da perder el miedo, mientras se entelan de colores tierra, para que conjuguen con la tapicería. Conocía el exacto valor de colgar en una estancia, como si no fuera importante, un cuadro de firma   y en su armario varios trajes similares al que lleva ahora. Y en el anaquel, protegido de una combinación difusa, las joyas, los papeles.  Al fin, el precio que pagó por estar donde está. El valor de lo pagado, quedaba guardado en la caja aquella, que tiene combinación difusa que le cuesta recordar. Que vista la ciudad, como la  veía ahora, no le parecía tanto lo pagado, todo hay que decirlo. Aunque quizá lo fue, porque la soledad cotiza alto.

 

 

FIN

 

Acerca de Maria

Escritora María Toca: 1ºPremio Ateneo de Onda Novela, 2016: Son Celosos los Dioses 2ºPremio de Relato Ateneo de Fraga: El Paseador, 2014 Finalista Premio Internacional de Relato Hemingway, 2013 Finalista de varios premios más de relato. Poeta Articulista/Coordinadora/ Fundadora de LA PAJARERA MAGAZINE. Obra publicada: Novela: El Viaje a los Cien Universos Son Celosos los Dioses Relatos coral: Vidas que Cuentan Desmemoriados. Poesía: Contingencias
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