Crecer, sumir la furia en el armario
completar la tristeza o el cambio
a base de nacer cada mañana,
como crecen las ramas en el árbol.
Subir peldaños, dar nuevos pasos
aunque se desgaje el alma en el rastro
de la vida, que nos sigue
encaramada, a nuestro lado.
Sin pausa, apenas, sin querer se avanza
como si no tuviera más miedo
que saber, que todo fue elevado
por las miasmas de nacer afuera
y no poder volver,
al viejo camino transitado.
Imagino, que eso, se llama envejecer.
Madurar, hacerse grande, mayor, ensimismado
de vida, de caminar entrelazado
entre gente que anda, sin sentirse
entre senderos de gloria, ataviados
en la esquina de vida que nos quede,
sin temor, ni prisa. Estar sentados
frente al futuro o al fin de la ruta
que seguimos, siempre, enlutados.
Tan solo, crecer, caminar, seguir los pasos
de los que antes anduvieron a despecho
de no saberse el camino, ni lo andado.
Santander-30-10-15. 18,11.