Hoy©
Aunque el manto de niebla aún no se había desatado y acolchaba el paisaje volviéndolo algodonoso, casi inexistente. Algo parecido al entusiasmo que sentía de niña cuando nos acercábamos a las ferias y el olor a fritanga y alegría me llegaba antes, incluso de percibir mis ojos la miríada de gente, que bailaba al son de los tambores y clarines. Ese mismo aleteo temprano en el pecho, ese crujir de huesos por la prisa, ese alborozado estío corporal, que parecía muerto, desde hace tanto, me invade de nuevo, al abrir mi ventana.
La ermita se intuye a lo lejos, más por el sonido apagado de su pequeña campana, que por la silueta desdibujada por la niebla. Al llevar mis ojos hacia ella, el aleteo del corazón se inflama. Hoy, viene él. Hoy, lo espero. Hoy, el día es más luminoso, más efímero. Hoy, al despegar los pies del suelo, volaré en pos de una voz, de un consuelo, de unas manos barrocas, acogedoras, cálidas. Porque hoy toca confesión, abrir el cielo.
