Hay días mohosos, mojados y con viento
en que todo oscurece, se torna bruma y nube
hasta el entendimiento.
Hay días en que el plomo viste la mañana
y el sol, se esconde entre nubes y claros,
que enlentecen el ánimo, lo secan y estremecen.
En esos días, es cuando me arrojo sobre el lecho
dejándome atrapar por unos brazos
que amorosos me escudan, me protegen
de la tormenta, que hay en esa fauces
que devoran estrellas, y tiñen de agua
la mirada. Son días de calma
de seducir al tiempo, para que no haga nada
me deje mecer por esta bruma
que tengo pegada en la mirada.
Santander—24-2-2013