Pedregosas y silentes, hoy, las baldosas
que pisaron mi pies, en el camino
que siguen, caminando en derroteros perdidos
y horadados por prosaico avance
tras la nada, el olvido, o algún sitio
donde pueda hallar descanso el alma
que fluctúa entre el dolor y la nada,
compañera de un destino que aciaga
y soterra, las miasmas de la vida
en una búsqueda errada y danzante
de la paz, que huye, se esconde y difumina,
perpleja, en cualquier parte.
Es entonces, cuando el destino se hace puente,
se engarza con la pena, se desmiente,
el prosaico olvido, la renuente
maceración del tiempo, con la muerte;
y nos salen las alas…y volamos
en pos de un incierto futuro complaciente
donde yo no exista y me funda contigo,
entre los pedregales del olvido.
Santander 3-1-15, 18,44. 349 días sin ti, pero contigo.