Hay días en que el dolor no duele,
se calla, no se altera el pulso, y la desidia
es como si se huyera, del tiempo y de mi vida,
pero deja el vacío, de una herida,
de un hueco, de un instante,
en que la torva noche, se cierne
y nos deja maltrechos, sin pie,
sin sendero, por donde no se ande.
Apenas, sin palabras, sin quejidos,
el dolor no se oye;
que se apacigua en vano,
el momento, en que apenas se siente.
El silencio, sosiega, y a veces
parece, como si no doliera,
se quedara callado, el grito,
la desidia, y el furor del rechazo.
El dolor que nos mece
sin tregua, y nos acuna, al pasar
de una cima, a otra, sin soltura,
andando, muy despacio,
como si no doliera,
el dolor que nos nace,
nos vive, y nos decora
el alma, la simiente,
la casa a toda hora.
Santander- 25-1-15, 0,43. 371 días sin ti pero contigo
claro, Leonor, por eso hay que soltarlo de vez en cuando. Como un lastre.