A veces, aun, me sorprende la madrugada
con los ojos abiertos, acristalados de agua
y en la mente una sombra, engarzada,
al hilo de la muerte, sin palabras que decir,
ni mueca, ni grito en la garganta,
con el sueño prendido de alfileres
y tu nombre agarrado a mi almohada.
Me sorprende la noche, con la brisa
que entra, a raudales, por mi ventana,
hablándote, contándote la vida,
esa que sigue, sin parada,
intentando escuchar, con voz callada,
tu respuesta, o solo tu mirada,
colgada del brillo de alguna estrella
de esas que adornan el cielo
y forman, en mi vista, encrucijada.
En ocasiones, incluso, al despertar,
creo que todo lo soñé, que fue marasmo,
y sonrío, mientras despego el telón de mis ojos
pensando que pasó, trémulo, el miedo,
y luego, un poco más tarde, veré tu sonrisa
rápida, irónica, cansada.
Pronto, reconozco el paisaje
y el aquelarre de miseria se torna real,
mientras, con calma, desentumezco
mis huesos y mi espalda, con esfuerzo,
entendiendo que la deserción, fue solo fabula.
Incluso, a veces, me sorprende el dolor
como ausente, mas luego reflexiono y veo,
que no me duele, porque ya no tengo el corazón;
solo su hueco.
Santander- 25-7-15. 17,46. 551 días sin ti, pero contigo.