Siento curiosidad por conocer
a donde van las palabras no dichas,
lo que se calla, se oculta,
en la grisura opacada de una memoria ciega,
en anaqueles, ungidos de patina,
que cubre, el pozo de la historia.
La historia, que nunca fue contada,
apenas ni sentida, ocultada
debajo de los confines
de la libertad inacabada
que siempre se posterga,
en pos de la memoria de lo sucedido,
de lo que sí se registra y se celebra.
Hay un laberinto preñado
de palabras perdidas,
que se engarzan a los suburbios,
tomados de la historia
donde nada se pierde, queda, en cambio,
prendido del perfil de una mirada.
¿Dónde van los besos
que no se dieron los amantes?
en el discurrir de la mañana,
o en las noches, alucernadas
de su tibio derroche, y con miradas
que arramblan el sentido de las cosas.
Las caricias perdidas,
esas, que no encuentran piel que las anide,
¿dónde se quedarán, ancladas de las sombras?
Caminarán, sentidas, en soledad de compañía
huérfanas, ahítas de añoranza,
por sutiles veredas, esas que no van a parte alguna
y siempre quedan perdidas, y entre sombras.
Lo que no fue y se quedó en quimera,
en sueño revertido, fútil vereda,
porque no saborear el fruto prohibido,
es como no ser, no hacer camino.
Todos se diluyó antes de hacerse,
para tornar en forma de reproche,
lo cual, es como no ser,
como formar parte de la nada
aún siendo, en sueños deseado,
lo no dicho, lo no realizado
pudiera formar parte de la nebulosa
que ampara los silencios, no deja huella,
aunque sea grande la manada.
Santander 13-9-15, 1,18.
Gracias por el vídeo.