No quiero que mis ojos se desgasten
contemplado vacíos aparentes
ni que miren el hueco de unas fuentes
que se agostaron a través de vientos y costumbres
de esas que mantiene la apariencia
y solo son puertas cerradas en la mente.
Quiero guardarme la mirada muy adentro
para gastarla en las cosas bellas que presiento
y que no malogren su brillo en naderías
para tenerla presta a fin de ver
la luminosa amanecida que antecede.
No quiero conservar cuencas vacías
ni la boca subsumida de recelo
o las manos cerradas al alivio
de quien las tiende en busca de consuelo.
Manteniendo los ojos aguzados,
la frente limpia, lejos de razones
de esas que se eligen para acomodar
el cuerpo a costumbres vanas y de miedo.
Extendiendo mis manos al futuro
mientras vamos caminando en vías de consuelo.
María Toca
Santander 30-03-2020. 20,28.